
Otro mundo es posible, si luchamos por él
En estos días del tercer milenio se acelera el tiempo y se acorta el lapso de los cambios. Todavía los hay por ahí que vieron el inicio del siglo XX; en sus vidas se hicieron normales términos novedosos, sorprendentes: voto femenino, teléfono, alumbrado eléctrico, psicoanálisis, cine, bomba atómica, aborto, Tercer Mundo, televisión, SIDA, celular, internet… El siglo XX saltó de la marginación más extrema de numerosos temas al activismo y la inconformidad permanentes. La lucha organizada pasó en breve de las reivindicaciones por los derechos sectoriales al reconocimiento de las injusticias que a tod@s afectan y la coordinación del enfrentamiento a las mismas.
Ahora es normal ver a gente de todo color, credo y gusto preocuparse por el ambiente, la redistribución de la riqueza o el respeto a los derechos de cada cual, que son los derechos de tod@s.
Por ejemplo, este pasado mayo tiene una efeméride polémica: una parte del mundo recuerda con alegría que el 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Otr@s se lamentan de este paso contra “las buenas costumbres” y su saga de medidas nacionales e internacionales que han puesto en peligro a la “sagrada familia”. Se podría hablar de los antecedentes de Harvey Milk, Stonewall, Mayo del 68’; las ceremonias de hermanamiento medievales entre personas del mismo sexo –que niega el Vaticano a pesar de la documentación hallada en iglesias de toda Europa Occidental–; se podría hablar hasta de Adriano, Antinoo, Aquiles y Patroclo. Pero no importa realmente: el 17 de mayo de 1990 fue un punto de giro, resultado de décadas –¿siglos?– de lucha por el reconocimiento de una normalidad: la de la diferencia.
Esta lucha no se detiene, ni siquiera lista avances sistemáticos. Mientras en algunas ciudades del planeta las personas se reúnen a celebrar, a reflexionar sobre lo que queda por hacer, en otras partes ser reconocid@ “anormal” implica un riesgo real para la vida.
Eso refleja el despacho de EFE sobre la presentación el 16 de mayo del Tercer Informe Anual de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA, siglas en inglés) sobre la HomoTransfóbia en el mundo: el poder heteronormativo se resiste a cambiar, por lo que “La homosexualidad y transexualidad es ilegal en ochenta países y castigada con la pena de muerte en siete: Irán, Mauritania, Arabia Saudí, Sudán, Yemen, algunos lugares de Nigeria y Somalia.” En otros lares, el poder pasa de la omisión a la reacción enérgica: “Burundi pasó a hacerlo [considerar ilegal la homosexualidad] por primera vez en su historia este año”.
Llegan también reportes de la detención de ochenta personas que iban celebrar una marcha gay en Moscú. Lógico desenlace, conociendo la declaración de principios del alcalde, Yuri Luzhkov, que ya antes había calificado a las manifestaciones gay de “actos satánicos” y “armas de destrucción masiva de Occidente contra Rusia”. No sólo había negado los permisos, sino prohibido expresamente la celebración del Orgullo Gay.
Mientras, el gobierno de Singapur “no tiene prisa” en despenalizar la homosexualidad, cuenta Andres Bacigalupo para UniversoGay. Y cita al viceprimer ministro: “La única forma de que los homosexuales tengan un espacio en nuestra sociedad es que acepten los límites que imponemos para que exista un equilibrio, y no declaren su condición tan abiertamente como en Occidente”, y agregó que estos debates sólo contribuyen a polarizar la sociedad.
Tampoco se crea que es asunto de lobbys y respeto a los derechos individuales. No está errado un post de AmbienteG, que se muestra escéptico sobre el valor de vivir en alguno de los países donde la homosexualidad es legal –porque puede que no sea más que en los papeles. Así es América Latina, por ejemplo. Se habrá despenalizado la práctica –Panamá lo hizo apenas el pasado 2008–, pero nuestras sociedades siguen signadas por la violencia física en que se expresa esta discriminación.
Tomo un viejo reporte de IPS: resume la presentación del Informe Anual de Asesinatos de Homosexuales, producido por el Grupo Gay da Bahia (GGB): la organización sostiene que en lo que va de 2009 (21 de abril) se registraron 48 homosexuales asesinados en Brasil. En 2008 fueron 190, poco más de uno cada dos días. Esa cantidad representa un aumento de 55 por ciento en relación al año anterior (2007). Además, 13 por ciento de las víctimas eran menores de 21 años. De acuerdo con el documento, este país es el “campeón mundial de crímenes homofóbicos”, seguido de México, con 35 asesinatos de este tipo en 2008, y de Estados Unidos con 25, en una población que supera en 100 millones de personas a la de Brasil. Luego vienen Perú, con cinco, y Argentina, con cuatro.
Una tendencia general es que quienes más peligro corren son travestis y transexuales, porque generalmente sus redes de apoyo social son mucho más precarias. Por lo menos en Brasil “El riesgo de que una travesti sea asesinada es 259 veces mayor que la de un gay”, destaca el citado estudio, que se basa en noticias divulgadas en los medios de comunicación, ya que no existen estadísticas oficiales sobre crímenes de odio en Brasil –¿las hay en alguna parte del mundo?
“Queremos destacar especialmente, que todos los días, y en todo el mundo, las personas transexuales se enfrentan diariamente a la violencia, abuso, violación, tortura y crímenes de odio, tanto en sus hogares como en el espacio público. Aunque la mayor parte de los casos nunca llega a documentarse, sabemos que sólo en las primeras semanas del 2009, han sido asesinadas mujeres trans en Honduras, Serbia y los Estados Unidos. Asimismo, los hombres trans son víctimas de discriminación más allá de su frecuente invisibilidad social y cultural.”Porque est@s queer hemos dicho basta, y echamos a andar
And yet… la gente tiene cada vez menos miedo, porque hemos comprobado que el poder no es gentil, no es considerado, no premia la traición a nuestros sueños. Ellos –y pongo esta vez el género por hablar de los modélicos hombres blancos, heterosexuales, y propietarios que detentan el poder simbólico– trazan la frontera de la normalidad a su entera conveniencia.
Así lo comprendimos también en Cuba. Por eso hicimos más que salir del armario, reunirnos a lo largo de 23 y Malecón, gritar bien alto que era ilegal que la policía nos desalojara, algo más que tomarnos de las manos y resistir: exigimos y construimos el cambio. Con una labor de hormigas se llega a la tercera celebración cubana del “Día de lucha contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia”.
Por las singularidades de la isla, no lo organiza un grupo de ONGs del colectivo LGBTI, sino una institución “oficial”, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) con el encargo “oficial” de atender… todo ese embrollo. Y por eso las palabras de bienvenida fueron de Mariela Castro Espín, su directora: “Esta jornada es parte de una estrategia educativa más amplia para llamar la atención sobre el respeto a la libre y responsable orientación sexual e identidad de género. Los homosexuales no son un problema, el problema es la homofobia.” El evento se desarrolló en el barrio del Vedado, principalmente entre el Pabellón Cuba y la sede nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), con el apoyo de la FMC, la UJC, la UNICEF, las agencias de cooperación española y belga, y un largo etc. que me ahorro.
Más que la celebración de un día, digo yo que ya puede hablarse de la puesta en marcha de una “Jornada contra la homofobia” desde la primera semana de mayo. En esa jornada se inscriben:
- Las reuniones semanales de Video Debate organizadas por el Proyecto HSH-Cuba en el Centro Nacional de Prevención ITS-VIH/sida;
- el primer aniversario del Cine Club Diferente –Cine 23 y 12;
- la Peña de Rochy dedicada al 17 de mayo –Consejo Nacional de las Artes Plásticas–, ambas el pasado 13;
- la presentación de la obra de teatro para niños y adolescentes, “Federico de noche” –basada en la infancia y juventud de ese icono gay que es García Lorca– traída por Teatro de las Estaciones desde Matazas al Teatro Hubert de Blanck los días 15 y 16;
- el material para debate del Centro Cultural–Teórico Criterios que circulara por email “Antecedentes de la homofobia cubana contemporánea” –de la nada “oficialista” pluma del académico exiliado Emilio Bejel.
Pero el momento de inolvidable y satisfactoria unidad fue en el Pabellón Cuba.
Cuba baila...
La jornada empezó en el mejor estilo nacional: aunque el programa arrancaba a las 9 30, eran casi las 10 y buscábamos sombra en las escaleras del Pabellón Cuba, dudosos ante el silencio y las puertas cerradas. Entonces “una mujer levantó el cartel con los colores del arco iris y comenzó a caminar”. La seguimos con banderas de siete colores, la seguimos tomad@s de la mano, la seguimos desafiantes frente a la sede provincial del PCC y hasta el cine Yara.
En la esquina de 23 y L, los tambores de Grupo Gigantería repicaron en anuncio beligerante y fue el desborde, el grito, el éxtasis, la fiesta. La conga santiaguera otra vez –como en los tiempos de la esclavitud, de las dictaduras, del hambre– fondo musical para encontrar el paso colectivo y firme, el ondular múltiple y sincrónico de caderas, brazos, pechos, cabelleras, el estremecido llamado de voces, palmas, tacones que en tod@ hij@ de esta tierra resuena –aunque no tengas piernas, aunque cierres la ventana de golpe. Así, en un baile que es dolor y embrujo de Cuba toda, bajamos por la calle más popular de la ciudad: pasando con orgullo frente al edificio del ICRT, donde tratan de expurgar las escenas afectivo-diversas; de nuevo ante las ventanas del PCC, donde algun@s pretenden que somos incapaces de “firmeza ideológica”; hasta la esquina de 23 y N, donde retamos al MINSAP que nos niega como parejas, que alguna vez intentó “curarnos”.
“La caminata por dos cuadras de La Rampa, el tramo más popular de la concurrida calle 23, fue una especie de exorcismo a media mañana, al realizarse en el mismo lugar donde hasta hace unos cinco años la policía ejecutaba por la madrugada redadas de gays.” (Gerardo Arreola, corresponsal de La Jornada)Luego entramos al recinto, oímos las palabras de apertura de Mariela y el programa se desarrolló, múltiple, pensante y festivo, como solo se puede concebir en Cuba. Recordé a Beatriz Gimeno: “Todo acabará cuando a los padres y madres les dé igual que su hijo sea gay o lesbiana. Mientras les dé pena, rabia o dolor, es que algo pasa. Habrá que seguir luchando hasta que ser gay o lesbiana sea indiferente.”
Y la cita viene a tiempo, porque el ansia de vernos, de agruparse y expresar los afectos sin mirar por encima del hombro es señal también de lo que nos falta por hacer. Hay avances en la pugna por el respeto a la diversidad sexual, pero la policía y otras autoridades continúan hostilizando a diversos grupos –¿tribus?– que no encajan en el modelo hegemónico de comportamiento social. Para botón de muestra las polémicas alrededor de quienes acaban la jornada en la Avenida G. Ya no estamos en los tiempos de las UMAP, pero más de un@ sueña con que vuelvan, y otr@s esconden su desagrado en frases de aparente corrección política: “Se da demasiada importancia al asunto”, “No tienen que invadir mi espacio”, “La sociedad no está lista”, y otros sofismas similares.
Los polvos que trajeron estos lodos... multicolores
Frente a la lógica reaccionaria que habla –por desgracia– desde el poder, y con el manto de la tradición cultural, diversos proyectos son impulsados por quienes consideran que sí hay espacio para asimilar modelos participativos, donde lo político se expresaría en el respeto a la diferencia, donde la unidad nacional pasa por ampliar las oportunidades de participar en la construcción de esa soñada sociedad mejor, donde la política está en cada gesto, en el modo de dar afecto o recibirlo. Podría citar a Criterios, los cursos de Promotores de Salud Sexual del Centro Nacional de Prevención, el Cine Club diferente, el Taller Vivir la Revolución. En todo caso el paradigma para Cuba está en el centro: El Mejunje de Santa Clara.
“El Mejunje lo hizo cuando nadie lo hacía. Se adelantó a su época. No nos lo propusimos. Salió porque acogimos la cultura de grupos entonces marginados: bohemios trovadores, roqueros, travestis, homosexuales... Lo más difícil que ha logrado esta institución ha sido promover la interacción entre ellos. Aquí nadie se fija con quien está bailando el otro. Yo sabía que este día iba a llegar, por eso siempre trabajamos con valentía, desde la honestidad.” (Ramón Silverio, fundador)Tal ha sido el impacto de El Mejunje en los modelos de proyectos culturales que Abel Prieto lo puso de ejemplo en el recién concluido Congreso de la UNEAC: “Hay que crear una cadena de Mejunjes por toda Cuba. McSilverio, debiera llamarse”.
Sería una buena forma de contrarrestar medidas arbitrarias aplicadas en muchos lugares públicos del país, donde solo aceptan parejas heterosexuales.

Por ejemplo este cartel fotografiado por un equipo de Juventud Rebelde a la entrada del bar temático La Leyenda, en Ciego de Ávila. Alega la administración que el propósito era garantizar la disciplina dentro del local, pero la exclusión a otros tipos de parejas que no sean las heterosexuales resulta evidente. (juventudrebelde.cu 11 de mayo)
Imágenes y palabras del cuarto poder
No estábamos solos en esto, por supuesto. Periodistas y fotoreporter@s –profesionales o aficionad@s– seguían con grabadoras, libretitas de notas, cámaras de fotos y/o video el evento. Eché de menos a la prensa nacional –cuya asistencia se podría esperar al menos por “darle coba” a la hija del presidente, Mariela, y a Ricardo Alarcón de Quesada, cabeza de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento). Solo un joven adiestrado de Juventud Rebelde se esforzaba por compilar toda la jornada en las veinte líneas que le concediera la dirección del periódico.
La intención de los medios de comunicación de Cuba de silenciar la efeméride se hizo evidente, además, en la programación de TV de los últimos días. El anuncio de la Jornada fue escasamente transmitido, mientras las promociones de Cubadisco, la ANAP, Artex, el Día Internacional de los Museos y Meteoro 2009 acaparaban los minutos de publicidad, los programas de “debate” y los reportajes de sistema informativo. No es que niegue la importancia de reconocer el trabajo de la industria discográfica, proteger el patrimonio o prepararse ante los ciclones, pero estoy segura que la tan criticada “saturación de los medios” del año pasado no implicaba este silencio, esta degradación a nuestra causa en una prensa de supuestos postulados humanistas.
“Nos dijeron que otros medios reflejarían la noticia” me comentó alguien de la redacción de Granma que estaba allí a título personal. ¿Qué otros medios? Fue la pregunta que nos hicimos al oír semejante argumento. Tuve la respuesta horas después, al entrar a la red y buscar las noticias: por “otros medios” se referían al blog Cambios en Cuba, de Lagarde.
“Cuba celebró hoy el Día Mundial contra la Homofobia con una jornada de paneles educativos y actividades culturales bajo el lema de «Diversidad», que encabezó el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, y comenzó con un breve desfile callejero.” (cambiosencuba.blogspot.com)Lástima de la nota de Lagarde confirme la mala intención de las personas que deciden qué y cómo se cubre del acontecer nacional. Señalo dos elementos: 1) la flagrante mentira de que Alarcón encabezara alguno de los eventos: él estaba ahí como simple ciudadano, no abrió mucho la boca –cosa que le agradezco; 2) más adelante califica de “marcha por los alrededores” lo que fue una conga de dos manzanas, dejando abierta la posibilidad de inferir una marcha del orgullo gay de dimensiones mayores, falseando por omisión nuestra realidad.
El único medio de prensa escrita que se hizo eco de la noticia fue Juventud Rebelde, con una nota de veinte líneas cuya cuarta parte estaba dedicada a la “crónica social”: “A la presentación de esta campaña, centrada este año en la juventud universitaria, asistieron Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular; Yolanda Ferrer, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas, y Fernando Rojas, viceministro de Cultura.”. La voluntad minimizadora de la dirección editorial estaba clara en el espacio concedido y la forzosa supresión de elementos del programa, como el concierto de Aceituna sin Hueso, la Gala en el Astral con Rosita Fornés o la temporada teatral de Teatro de las Estaciones en el Hubert de Blanck.
En cambio Fernando Rasberg (BBC), Dalia Acosta (IPS) y sus otr@s representantes de la “malvada” prensa extranjera se esforzaban por registrar la mayor cantidad de detalles, declaraciones oficiales, documentos, testimonios personales, imágenes. Sus directivas no parecían estar limitadas a cierto espacio, a “cumplir” el reconocimiento a un evento multitudinario. Ell@s buscaban el hecho, sus dimensiones, su impacto en participantes y testigos ocasionales. IPS publicó un reportaje y una galería de fotos; BBC sacó entrevistas a Mariela, una chica transexual y dos testigos casuales sorprendid@s por la conga mañanera; La Jornada un reportaje con los antecedentes históricos de la política del gobierno revolucionario sobre el asunto LGBT. Otros medios sin presencia física en La Habana, pero seguidores del tema, recopilaron la información de los cables y dieron un panorama de lo acaecido:
“Aunque es la primera vez que salen masivamente a la calle y sólo transitaron alrededor de un par de manzanas de la principal arteria capitalina, los organizadores, incluida la directora del Centro de Educación Sexual (CENESEX), Mariela Castro, dijeron que preferían no darle al acontecimiento el título de marcha por el orgullo homosexual. «Esta no es una marcha por el orgullo gay... hemos introducido la jornada con una conga santiaguera (un baile popular callejero del oriente de la isla) en La Rampa, no con una marcha. Las marchas tienen aquí otras connotaciones», dijo Castro, quien lidera un programa por el respeto a la diversidad sexual.” (Andres Bacigalupo de UNIVERSOGAY)Entre lo privado y lo público… ¿felices los normales?
Algunos me dicen que está muy bien que no persigan a la gente por ser homosexual, pero que tampoco hay que promover “eso” como si fuera “normal”. ¿Y qué es lo normal? Pregunto a veces en voz alta y otras en mi mente. ¿Existen sobre la tierra esas “personas promedio” con las cuales se escudan iglesias y partidos –vergonzosa coincidencia entre izquierdas y derechas– para defender los sesgos homofóbicos en leyes y costumbres? Cuán oportuno es olvidar que “personas promedio” no es más que una abstracción estadística, etérea como las metáforas de Bécquer o las visiones de Dalí. Pero palpable es el dolor que causa ese mínimo olvido:
“La secretaria general de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA), la psicóloga mexicana Gloria Careaga, explica que la consagración de la HomoTransfobia en la legislación de esos países deja a los homosexuales y transexuales «sin ninguna posibilidad de escape y sin medios para pedir ayuda». El también secretario general de la organización, Renato Sabbadini, considera que la HomoTransfobia parte de la idea de que hombres y mujeres no deberían ser iguales sino desempeñar roles sociales incompatibles entre ellos.” (EFE)En todo caso, cada salida del armario de lo privado a la luz de lo público es un golpe a quienes se empeñan en recortarnos, torcernos, constreñirnos, apretarnos, atenazarnos, oprimirnos en el molde gris de lo promedio, de lo mediocre y despersonalizado. Cada persona es un mundo, cada alma un fragmento de la humanidad que expresa en singular la variabilidad casi infinita de expresiones para la obra más compleja de la evolución sobre este planeta: el cerebro humano. Cerebros cuyos identidades nadie puede contar y menos legislar. Afirmo entonces que “los normales” no existen fuera de los gabinetes que nos niegan y de las pantallas brillantes con que Hollywood, y sus émulos alrededor del mundo, nos venden la idea de que el camino a la felicidad pasa por la posesión de una tarjeta de crédito.
Por eso yo no aspiro ya a ser “normal”. Aspiro a ser auténtica y a que mi sociedad cumpla con el culto a la dignidad plena del hombre [y la mujer] respetando y protegiendo nuestros diversos modos de buscar y alcanzar la felicidad sin más discriminaciones en el cuerpo social –entendamos discriminaciones en el sentido de “separaciones”– que entre cumplidores e infractores de una legislación que también nos reconozca y respete.
“Natividad Guerrero, directora del Centro de Estudios sobre la Juventud, explica en el número 5 de la revista Estudio que todas las sociedades tienen en común la diversidad en las formas de expresar su sexualidad, pero el entendimiento cabal de esta reflexión no lo ha alcanzado aún sociedad alguna, a pesar de los esfuerzos (...), que en la práctica chocan con una gran resistencia al cambio. (…) La evolución es innegable, solo que no es homogénea, como tampoco lo es la sociedad. Todavía existe desinformación sobre el tema, y por ende, discriminación.” (Juventud Rebelde, “Diversidad sexual... ¿juzgar o entender?”, 11 de mayo 2008)www.revolución-multicolor-2009.cu
Fuimos al encuentro del 16 de mayo sin miedo a ser tomados por “enfermitos”. Era un gesto de desafío, porque vivimos aquí y no en Sidney, pero creo que las personas aquí reunidas compartimos la certeza de que avanzamos un pequeño paso, pero un paso hacia adelante, en la normalización de la diferencia.
Mi amigo Boris dijo: “Seres humanos que por primera vez pudieron gritar su identidad sin temor, frente al tráfico, la gente, la policía, a la luz del sol, en la calle 23, en La Habana, en la Cuba de la Revolución «hecha por machos», el país donde la homofobia ya no podrá torcer más, impunemente, la vida de nadie por amar a otra persona de su mismo sexo.”Se trata de la lucha contra la homofobia cotidiana en el gesto cotidiano. Sentados en el contén del barrio –como recomienda mi socio Ale– como hace un siglo atrás, sabiendo que nada nos hace extraños, más que la mirada de cierto poder. No tenemos mucho más de lo que podemos hacer, pero siempre, y a pesar de todo, estaremos luchando y diciendo, como Elpidio Valdés: “Hay mucha guerra que dar todavía...”

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