-Mira, la verdad es que todo empezó por el chisme. ¿Para qué tenía que preguntarle a Jaime en qué planeaba gastar su tiempo? Me dijo que se iba a una exposición nueva en la Galería Habana, yo tenía tres horas vacías por delante, hasta el inicio del teatro, así que allá fui.
Este hombre ha escrito algo que se entiende, ¡que raro!
–Disculpa.... ¿Me prestas el catálogo?
–....
–Es que no he alcanzado...
–Si claro, claro.
En ese momento lo único que pensé era que debía obligarme a hablar. Las palabras son la mejor cortina para el desasosiego, creo que eso ya te lo dije...
-La primera vez que hablamos.
–¿Te gusta la plástica?
¡Qué bueno que me ha dado un tema de conversación!
–La contemporánea no mucho. Para mi los pintores se acabaron en Cuba con Carlos Enrique y sus contemporáneos, más o menos. En el resto del mundo... tal vez Picasso.
Se ríe, tiene los dientes perfectos
–¡Qué radical! Debe ser por eso que esta es la primera exposición en la que te veo.
–¿La primera en la que me vez? ¿Nos conocemos?
¡¿Enterarme de que ese bombón me había pasado por el lado sin yo verlo?! Eso era terrible para mi orgullo.
–Claro, yo te he visto muchas veces. En el teatro y en el cine. En el ballet nunca. Siempre vas con algún muchacho: uno rubio y delgado, que fuma; o uno alto, de pelo muy oscuro y largo ¿no?
–....
–Hace mucho tiempo que te he visto.
-Debí darme cuenta que aquello era una pista, un cabo para que me lanzara más.
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Supongo que complejo. ¿Cómo imaginar que una chica así se fijase en mí?
–La verdad es que ni siquiera vine acá por la exposición en si. Estoy esperando para una función de teatro en la noche. Pero me gusta lo que estoy viendo. Va y me reconcilio con el arte contemporáneo.
–Este catálogo me sorprende, porque he leído cosas del mismo autor y me molesta su barroquismo y....
-¿Para qué quieres que te cuente el resto? Hablamos, hablamos, cambiamos de idioma, hablamos...
-Y te enteraste de cosas sobre ella.
-Y ella de cosas sobre mi...
-La verdad es que se mostró demasiado confiada. Era evidente que quería acercarse a ti y no al catálogo. Si no ¿por qué decirte lo de la exposición en el hotel ese?
-Yo le tiré mis pullitas. Que hubiese visto a una chica tan linda al pasarme por el lado; que era la primera mujer a la que el corte del cero le quedaba bien; que si nadie se espera una modelo bilingüe e inteligente.
-Y al final decidiste que irías a ver esas esculturas que la representaban.
-Mucho antes del final.
–Disculpe. Trabajo para una firma de perfumes y estoy investigando a una modelo. Me han dicho que en este hotel tienen una exposición de esculturas basadas en su cuerpo. ¿Me indica el Salón Marino?
–Claro. Es al fondo del corredor, a la derecha, espero que encuentre lo que busca.
¡Los porteros amables y discretos son tan escasos! Siento calor en las orejas. ¿Será eso sonrojarse?
-¿Qué te sonrojaste?
-¡Tuve hasta taquicardia mientras atravesaba ese corredor! Creí que todos en el lobby sabían.
-Pero no tenías que mentir para ver la exposición.
-Es que no quería que nadie supiera. No quería ni saber yo…
–¡Hola! ¿Tú en el ballet?
–Si. Bueno... hoy es un estreno y... bueno, hay que mantenerse al día ¿no?
–¿Y estás sin amigos? –Hay cautela en su mirada.
–Andan por ahí, comprando maní para la función, supongo.
–Nunca estas sin compañía... Lo comprendo.
–¿Perdón?
–Siempre te he visto con amigos alrededor, el día de la galería fue la primera vez que me pude acercar y entendí. Es que tu simpatía es mucha y tu fuerza...
–¡Si soy un esqueleto!
–Tu fuerza interior.
–Ah... –¿Qué coño se le dice a la mujer más delgada y bella de la puñetera Habana, que espera alguna salida ingeniosa?– ¿Y tu sí eres asidua al Gran Teatro?
-¿Asidua? ¡Era punto fijo!
-Para reconocer a un punto fijo hay que serlo también.
-No era su trabajo, sino el mío. Si estás en casi todos los estrenos y no eres del giro, tienes que ser una balletómana.
-Las balletómanas no son, precisamente, hembras.
-No. En términos biológicos, no.
–¡Igoooooooooooooor! ¡Despierta que te vinieron a ver!
La Doña no me tendrá mucho aprecio, pero cuando se trata de despertar al hijo por la mañana... Se agarra de cualquier aliado.
Los pasos en la escalera. Las manos revolviendo el pelo rubio y erizado. ¡Debe haber cogido tremenda nota anoche!
–Ah…, eres tú.
–¿Quién más te haría madrugar así? Nada más son las once de la mañana.
–Muy gracioso, muy gracioso. Déjame fumarme un cigarro, que ni yo me aguanto así.
Inhala, exhala, suspira, va a buscar agua y me arrastra a su cuarto ante la mirada fastidiada de la señora. ¿Tendría la esperanza de que él fregase el desayuno que no tomó? La pobre.
–¿Y?
–Ayer la vi de nuevo.
–¡No! ¿En el ballet?
–Te dije que vinieras... Pero preferiste la fiesta de disfraces.
–¿Y le disparaste?
–¿Cuál es la disparadera tú? ¿La he visto tres veces y le voy a disparar?
–¿Tres?
–Contando las esculturas con su cuerpo... ¡Quién tuviera 200 fulas! Les iba a dar un uso...
–Me imagino... ¿Volvieron a hablar?
–Si, me parece que la conozco desde hace tiempo. ¿Conoces esa sensación de que puedes hablar horas y horas con alguien?
–¿Hablar nada más? A mi no me duermes, tu no eres nada inocente.
–¿Qué más voy a hacer? ¿Con qué cara se lo digo? A mi no me parece que ella... ¡Tú sabes!
–Claro. ¿Y viniste a eso nada más?
–No. Vine porque me tienes que tirar el cabo esta noche.
–¿Está noche? ¿Tú te quimbaste? Yo llegué hoy a las cinco de la mañana. ¿Con qué cara le digo a mami que voy a salir de nuevo?
–Pues inventa porque el Físico estuvo en mi casa ahora por la mañana y le vi en los ojos que se va a tirar a fondo hoy. Y hay que pararlo.
–¿A qué fue a tu casa?
–A confirmar los movimientos de esta noche. ¡Tú no me puedes dejar en banda mi hermanito!
–Deja ver qué hago. –Se rasca la cabeza– ¿Es en el Nacional?
–Si. Va a ser hasta agradable... Actúa Déxter "el magnífico". Después nos acompañas hasta la parada... Vaya: no lo dejas moverse.
-Para mí que los dos estaban de acuerdo.
-Y para mí que tu hermano vio más lejos que tú, y más adentro.
-El caso fue que llego tarde al teatro, se sentó lejos, ¡y luego propuso ir a ver la función de la medianoche al cine Yara!
-El puntillazo fue irse a orinar. Es que imaginármelo me da risa.
-Estaba que hervía de rabia. ¡Y abrase visto película más estúpida! Ni ese consuelo tuve.
–Ahora me voy, pórtate bien.
–Me debo portar al revés de cómo hiciste tú ¿no?
–No te pongas en ridiculeces por favor. He actuado lo mejor que pude.
–¡Se suponía que me librases de él!
–Se supone que un hermano ayude a otro, y esto te conviene. Lo sé. Es un negocio de imagen pública, te vendrá bien si intentas acercarte a la modelo. Puedes jugar un poquito, dejar que el Físico aprenda algunas cosas y luego botarlo.
–... No es fácil salir de un juego después de entrar.
-Lo que más me preocupaba en ese momento era mi libertad. Una libertad que me había costado muy cara.
-Pero te arriesgaste.
-Las palabras de mi hermano pesaron, podía reforzar mi imagen pública y ganar libertad. Todo descansaba en jugar bien mis cartas.
-Parece que alguien las jugó mejor que tú.
–¿Qué te pasa? –En la cama se me caen las defensas, menos mal que no estoy en el giro del espionaje...
–Pasa que la Modelo llega mañana de su escuela al campo. En cualquier momento me la encuentro en la calle de nuevo.
–¿Y si te la encuentras?
–Nada, supongo que conversaremos.
–¿Te gusta mucho? –¡Coño! Ese era el último comentario que le esperaba.
–Es tremenda mujer, le gusta a cualquiera que tenga ojos en la cara.
Se sienta, mira a la pared para disimular la molestia.
–Creo que es muy delgada.
–¡¿Y de dónde...?!
–Tu hermano me contó de la exposición... No importa qué cara tenga, demasiado delgada.
–¡Es cuestión de gustos!
–Supongo... –Se vuelve hacia mí. Acerca el rostro para poder ver mis ojos. Trato de no pestañear.
– ¿Le vas a disparar?
–¿Te preocupa?
–No. –Sus uñas rozando mis muslos. ¡Me conoce demasiado, carajo!
–Estoy seguro de mi posición. Solo voy a esperar lo que decidas.
-¡Esa fue una jugada maestra!
-Tampoco había muchas salidas, para alguien sin cultura de la intriga el camino era echar pie en tierra, y esperar los acontecimientos.
-Aún hoy me pregunto cuánto pesó esa actitud en mi mente.
El éxito es total, ¡parece una película!: Yo con una modelo, en el estudio–sótano del escultor complaciente... Nunca imaginé un éxito tan arrasador.
La beso, pero el rostro que veo al cerrar los ojos no es el suyo. Algo está fallando y la idea es que todo debía ser perfecto.
–Te estoy viendo en diversos lugares de La Habana desde que estrenaron aquella película inglesa, "Sacerdote". Recuerdo que vi tu rostro y pensé que me suicidaría de tener que ver eso cada mañana en el espejo. –pero ahora acaricia mis mejillas– Lo pensé hasta que vi tus ojos y comprendí las miradas arrobadas de tus amigos.
Besarla, hacer que se calle, que no repita ese rosario de admiraciones que se me de memoria porque en ocho años no es esta modelo–de–esculturas–bilingüe–pelada–al–cero–inteligente–delgada–bella–talla–extra la primera que habla de la maravilla de estos ojos sembrados en el horror de mi cara; de la fuerza interior de mi mirada; y de la extraña capacidad para convocar afectos.
La verdad es que esos comentarios me exasperan. Han acabado por sonarme agotadores, casi vacíos. Por eso tengo que besarla, hacer que se calle y que se callen también mis latidos.
Besarla otra vez. Pero el rostro de ella sigue sin acompañarme y ese es un oráculo definitivo.
–Lo siento, pero esto no puede ser.
Salir a escape, sin que al abrir la puerta se me note el temblor de las manos. Asumir que esta es la mayor prueba de que no se deben jugar juegos de corazón.
-Lo que hice entonces fue caminar para tratar de poner la cabeza en orden, para decidir.
"La verdad es que solo una persona ha sorteado el lugar común de mis bellos ojos, mis amigos extraños y mi fuerza interior.
"La verdad es que esa única persona no mencionó mis ojos hasta que, con fastidio, le pregunté su opinión. La verdad es que mis amigos no le parecen nada en absoluto, simplemente los acepta, sin dudas, porque yo los aprecio.
"La verdad es que tratando de besar a la modelo su rostro hacía algo peor que impedírmelo: los convertía en besos para si.
"La verdad es que casi nada se puede controlar, excepto la decisión de seguir nuestros sentimientos.
-Ya basta de verdades. Estas aquí ¿no? No tenías que contarme esa larga historia para decir que gané el juego.
Yasmín S. Portales
La Habana Vieja, Oct. 20-26/2002